martes, 24 de julio de 2012

La resiliencia: conceptos y modelos aplicables al entorno escolar

Ahora que estamos en verano en esta parte del hemisferio, y que solemos tener más tiempo para la lectura y reflexión, me gustaría compartir parcialmente un artículo que escribí para la revista "El Guiniguada" del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ISSN 0213-0610, n.19, 2010).

Se trata del artículo: "La resiliencia: conceptos y modelos aplicables al entorno escolar". Para dar una idea aproximada de su contenido lo mejor es que me remita al propio abstract publicado:

LA RESILIENCIA: CONCEPTOS Y MODELOS APLICABLES AL ENTORNO ESCOLAR
Gloria Elena Gil
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
RESUMEN
Las definiciones sobre la resiliencia han ido cambiando y con ellas las distintas maneras de introducirla en el entorno escolar. En un primer momento era vista como características de ciertos niños que les hacían superar las adversidades, dando lugar a programas de promoción de estos rasgos en los escolares. Con el siguiente avance conceptual en que la resiliencia era entendida como un proceso se desarrollaron modelos más complejos donde se conjugaban factores internos y externos. La expansión de la investigación trajo también nuevas miradas en las que se incluía el papel clave del profesorado como tutores de resiliencia. En las propuestas más recientes, como la del modelo holístico de resiliencia, es el conjunto de la comunidad educativa la que se implica en el diseño y promoción de programas de resiliencia adaptados a sus singularidades y al contexto.

Palabras clave: resiliencia, programa, escuela, adversidad, holismo.

ABSTRACT
Definitions around the concept of  resilience have been changing over the years, and so have the different ways of  introducing it into the school environment. Initially it was seen as a set of  personality traits that helped some children overcome adversity, so programs for the promotion of  these traits in school children were developed. With the next conceptual breakthrough, resilience was understood as a process, and more complex models that combined internal and external factors were created. Further research expansion brought in new perspectives and the key role of  teachers as resilience tutors was pointed out. In recent proposals, as found in the holistic model of  resilience, it is the educational community as a whole that gets involved in the  design  and  promotion  of   specific  resilience  programs,  tailored  to  both  its uniqueness and its context.

Key words: resilience, program, school, adversity, holism.

En este artículo realizo un recorrido por las distintas concepciones desarrolladas por diversas generaciones que investigan o trabajan con el concepto de resiliencia, explicando también los principios básicos del modelo holístico de resiliencia y su aplicabilidad al contexto educativo. Les incluyo a continuación un extracto que pueden encotrar de la página 37 a la 41:
Es dentro de esta tercera generación donde se crea y desarrolla el modelo holístico de resiliencia que se concreta en la tesis doctoral presentada en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria: “Los procesos holísticos de resiliencia en el desarrollo de identidades autorreferenciadas en lesbianas, gays y bisexuales” (G. Gil, 2010). Este modelo holístico representa una propuesta innovadora sobre resiliencia en cuanto al marco conceptual, la metodología y la puesta en práctica.
En lo que se refiere a los elementos clave que están presentes en los procesos de resiliencia este modelo asume la propuesta de Grotberg sobre la conveniencia de usar la denominación  “factores de resiliencia”. Sin embargo, cuestiona el uso de “factores de riesgo” como segundo elemento. Este término pertenece originalmente a un modelo médico mediante el que se pretende prever que circunstancias o situaciones pueden aumentar las probabilidades de contraer una enfermedad. De hecho, fue el Dr.  Thomas R. Dawber, experto en cardiología, quien acuñó esta expresión. Por tanto, “los factores de riesgo” tienen un carácter proyectivo y anticipan dificultades futuras. Esto resulta muy poco coherente con los actuales modelos de resiliencia, centrados en la promoción de resiliencia, no en la prevención de adversidades. Como ya argumentó E. Grotberg (2001), si fuera posible prevenir las adversidades no se desarrollarían los procesos de resiliencia. Otro inconveniente es que los factores de riesgo pueden resultar arbitrarios porque no toman en cuenta los diferentes contextos y las sensibilidades personales o culturales. Además, según apunta M. Rutter (1987) existen un tipo de riesgos, los llamados “challenge factors” (factores de desafío), que representan un riesgo manejable por el individuo que puede movilizar estrategias y recursos personales y/o sociales para superarlos.
Ante esto, el modelo holístico de resiliencia presenta un nuevo constructo más versátil y basado en la observación: la no resiliencia, que estaría constituida por todo lo que inhibe, ralentiza o detiene el flujo natural de la resiliencia. La no resiliencia y la resiliencia no son ideas opuestas sino que se dan en simultáneo. Podemos utilizar la metáfora del río para comprender como actúan. Por un lado la resiliencia -que desde el modelo holístico constituye un flujo presente en todos y en todo- puede representarse como el agua y los diversos factores de resiliencia como los diversos riachuelos que alimentan el caudal. La no resiliencia serían las piedras u otros obstáculos que ralentizan o incluso pueden impedir el curso del río.
Por tanto, la no resiliencia constituye un constructo complementario al de resiliencia, y por eso permite la misma versatilidad en sus aplicaciones. De esta manera, podríamos hablar de factores de resiliencia y factores de no resiliencia, actitudes de resiliencia y de no resiliencia, comportamientos de resiliencia y de no resiliencia, estrategias de resiliencia y de no resiliencia, y resultados resilientes y resultados no resilientes. Sin embargo, este adjetivo resiliente y no resiliente no debe aplicarse a personas y grupos porque la resiliencia y la no resiliencia no son absolutas. Es más, en la no resiliencia está la semilla de la resiliencia porque al ir superando los distintos factores de no resiliencia se van adquiriendo habilidades y aprendizajes que nos sirven de base para nuevos impulsos resilientes.
Para ilustrar visualmente este progreso en los procesos de resiliencia y además dar cuenta de que la resiliencia está presente en todos y en todo utilizamos la espiral logarítmica. Esta espiral describe un proceso que se va ampliando  y que toma como medida para avanzar lo ya recorrido anteriormente. Esto es similar a lo que ocurre en los procesos de resiliencia que tienen más dificultades iniciales, pero que a medida que avanzan se hacen más fluidos. Además esta espiral es un diseño que se da de manera natural en muchos ámbitos, desde animales y plantas hasta galaxias o fenómenos atmosféricos, entre otros, con lo que puede simbolizar esta comprensión holística de la resiliencia.

                                Fig. 2 Espiral logarítmica sobrepuesta al caparazón de un caracol nautilus
Además a partir de la investigación referida anteriormente se encontraron tres impulsos o energías presentes en los procesos de resiliencia: la energía de relación, la energía de aprendizaje y la energía creativa. La energía de relación puede observarse, entre otros aspectos, en las sinergias entre grupos de factores de resiliencia o de no resiliencia y en cómo los distintos procesos individuales se relacionan entre sí, influyendo además en el proceso comunitario. Es decir, la energía de relación nutre y alimenta todos los procesos de resiliencia. La energía de aprendizaje también está presente en todos los procesos, que pueden ser vistos como sistemas que aprenden lo que resulta exitoso en la gestión de la no resiliencia aplicándolo con eficacia ante los nuevos retos. A su vez, la energía creativa se manifiesta en la variedad de caminos resilientes que se pueden tomar en la superación de adversidades. Esta energía creativa está siempre construyendo nuevas formas de superar las barreras y obstáculos, lo que da lugar a mayores fortalezas o mejoras.
En cuanto a las innovaciones metodológicas se desarrolla un instrumento “el mapa de resiliencia” que toma como base el modelo holístico de resiliencia. Esta   herramienta informática versátil sirve para la clasificación y análisis de datos obtenidos en los procesos de indagación sobre factores de resiliencia y de no resiliencia presentes en procesos personales o comunitarios, en los que pueden usarse, entre otros, cuestionarios, historias de vida y grupos de discusión. Según los aspectos a los que hagan referencia los factores se distribuyen en distintos planos personales y entornos relacionales. El mapa de resiliencia permite, además, aplicar diversas perspectivas o dimensiones al análisis de los resultados: la dimensión taxonómica que está constituida por los diferentes niveles de ordenación de los datos encontrados, la dimensión temporal en la que se reflejan los distintos factores que van surgiendo en determinadas fases o momentos de los procesos, la dimensión reticular que permite observar que existen factores que tienen mayor presencia y actúan como nodos en la red que conforman la totalidad de factores detectados y la dimensión holística, que comprende el conjunto de los resultados obtenidos en las dimensiones anteriores y los interpreta no como partes aisladas, sino como un todo, lo que ayuda a desvelar las sinergias y dinámicas que hacen posible los procesos de resiliencia.  
Fig. 3. Modelo base del mapa de resiliencia                                                                                  
Este modelo puede tener importantes aplicaciones en el entorno escolar porque tiene en cuenta la diversidad de las personas que lo conforman y la complejidad de las interacciones entre los distintos grupos que están presentes en la comunidad educativa: alumnado, profesorado, personal no docente, familias e incluso el entorno socio-cultural en donde se ubica. Llevarlo a cabo implicaría actuaciones en diversos niveles: formación específica sobre resiliencia, tanto al alumnado como al profesorado, así como al conjunto de la comunidad educativa; indagación sobre factores de resiliencia y de no resiliencia presentes en los diferentes grupos que conforman la comunidad educativa, en el propio marco escolar y en el entorno socio-cultural donde está el centro; diseño específico por parte de la comunidad educativa del modelo de promoción de resiliencia para cada centro; implementación del programa con la participación e implicación de la propia comunidad educativa y, por último, evaluación e incorporación de aprendizajes a la mejora del modelo.
En conclusión, es posible observar que existen varias maneras de interpretar y aplicar la resiliencia en el entorno escolar. Todas ellas forman parte de la riqueza de este constructo de la resiliencia, que implica un cambio de mirada de los déficits, a las fortalezas y potencialidades, subrayando la capacidad de las personas, grupos y comunidades de superar las adversidades. La necesidad de introducir el trabajo con resiliencia dentro del contexto educativo estriba no sólo en la importancia de potenciar los recursos y habilidades personales para superar problemas específicos, sino que, además, la dimensión social de la resiliencia y los valores de compromiso y cohesión de la comunidad educativa que fomenta, pueden formar parte de una formación integral que genere modelos de vida más respetuosos, empáticos y solidarios; y en último término, una sociedad más justa y feliz.

Este artículo puede citarse mediante la siguiente referencia en el formato de la APA:

Gil, G. E. (2010). La resiliencia: conceptos y modelos aplicables al entorno escolar. Revista El Guiniguada n.19. Servicio de publicaciones de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Facultad de Formación de profesorado, Departamento de Didácticas Especiales. ISSN 0213-0610. Acceso on line
http://hdl.handle.net/10553/7466

También se puede acceder al artículo completo en formato pdf siguiendo el siguiente enlace:
http://acceda.ulpgc.es/bitstream/10553/7466/1/0235347_00019_0002.pdf

Antes de finalizar me gustaría recoger una actualización de contenidos. En el momento de escribir el artículo la palabra "resiliencia" no formaba parte del diccionario de la Real Academia Española, pero en el avance de lo que será la 23ª edición ya está recogida con los siguientes significados:

resiliencia.

1. f. Psicol. Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.

2. f. Mec. Capacidad de un material elástico para absorber y almacenar energía de deformación.

Mucho se podría decir de esta definición que a todas luces se queda corta, pero lo dejaré para otra ocasión.

Por último comentar que desde el año 2010 hasta la actualidad he seguido trabajando con la aplicación del modelo holístico de la resiliencia al contexto escolar, llevando a cabo un gran número de talleres de formación de profesorado de distintos niveles educativos y desarrollando también los principios básicos para la puesta en práctica de programas de resiliencia en contextos socioeducativos.

Si lo desean pueden dejar sus consultas o comentarios usando la aplicación de este blog o también pueden contactarme via email a
gloriagil@resilienciaholistica.es

¡Buen verano... o invierno, según el caso!






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