viernes, 31 de diciembre de 2010

Revisión del año desde la perspectiva de la resiliencia

La vida se desarrolla en un continuo, las diferentes etapas, momentos o medidas de tiempo no son más que creaciones artificiales que nos ayudan a orientarnos y a tomar conciencia de lo que está sucediendo. Además nos sirven para poder relacionarnos y para construir una cultura común. Por eso el paso de un año a otro es más que empezar un nuevo calendario, es una oportunidad para reflexionar y crecer.

La promoción de resiliencia tiene mucho que ver con la reflexión consciente y el fin de año puede ser un momento significativo para evaluar nuestros procesos resilientes. La evaluación de resiliencia puede resultar algo compleja si pretendemos alcanzar cierta profundidad, por eso es conveniente seguir una serie de pasos. En absoluto estos pasos que explicaré a continuación son la única manera de abordar la tarea, son simplemente una guía que he elaborado en base a mi experiencia con el trabajo sobre resiliencia que puede resultar de utilidad.

1. Detección de los principales procesos de resiliencia ocurridos en el año.
Para ello es conveniente indagar en distintas áreas o planos personales para localizar las distintas adversidades, problemas o retos que han estado presentes.
Plano corporal: enfermedades puntuales, dolencias crónicas, discapacidades transitorias, desventajas físicas, etc..
Plano psicológico-emocional: momentos de pérdida o duelo, estados emocionales de desánimo, estrés o angustia, etc.
Plano de la autoconstrucción narrativa: Cambios vitales que afectan a la autopercepción como desempleo, jubilación, emigración, etc.
También nos puede ayudar a encontrar esos procesos significativos el indagar en los distintos planos relacionales: pajeja, familia, amistades, entorno laboral, entorno educativo e incluso acontecimientos ocurridos dentro de nuestra comunidad, nuestro barrio, país, etc.

2. Análisis de los procesos de resiliencia. Principales factores de no resiliencia (todo lo que obstaculiza, retiene o inhibe la resiliencia) y de resiliencia (todo lo que ayuda, potencia o promueve la resiliencia), así como las distintas dinámicas que se dieron entre los factores (cómo los factores fueron entrando en juego a medida que se desarrollaban los procesos).

3. Toma de conciencia de las sinergias de no resiliencia y de resiliencia. Observar la manera en que nuestros procesos se han relacionado entre sí y tomar conciencia de otros procesos de nuestro entorno que nos han influido, así como aquellos en los que hemos influido.

4. Conclusiones sobre resiliencia. Especialmente resulta útil detectar las dinámicas que nos han llevado al éxito en la superación de los procesos de resiliencia al igual que nuestros factores de resiliencia personales y nuestras fuentes de apoyo.

5. Planificación estratégica de resiliencia. Tomar decisiones sobre las áreas y factores que queremos potenciar y desarrollar, teniendo en cuenta especialmente las maneras de aumentar el flujo de energía resiliente a través de la energía creativa, energía de aprendizaje y energía de relación.

Espero que esta guía para la evaluación, desde la perspectiva de la resiliencia les sea de utilidad y les ayude a conseguir sus metas y propósitos para el año que comenzamos.

¡Les deseo un muy feliz año 2011, próspero y resiliente!


viernes, 24 de diciembre de 2010

Un cuento de resiliencia

Me gustaría felicitar estas fiestas de una manera especial a todas las personas que siguen este blog e incluso a aquellas que han llegado aquí "casualmente". Les adjunto este cuento sobre resiliencia que escribí hace un tiempo:


El camino arco iris

Hacía unos días que una nube negra y densa cubría todo el cielo, la lluvia copiosa caía a la tierra.

Entretanto, entre los rayos del sol cundía el desánimo: ¡Otro día más sin poder brillar!, fue el clamor  que se escuchaba desde el amanecer.

Allá en  el fondo surgió una voz: ¡hoy sí lo conseguiremos! Era el optimismo, que no se amedrentaba ante las situaciones difíciles.

En seguida, al sentido de propósito se le ocurrió un plan; en vez de esperar pasivamente a que se fueran las nubes propuso organizar un  grupo  de exploración en busca de  posibles claros. El optimismo estaba entusiasmado y la empatía se contagió rápidamente. El humor pensó que aquello podría  resultar divertido y su compañera inseparable, la creatividad, también se apuntó.

Así que empezaron a escudriñar entre el mar de nubes en busca de una oportunidad para poder atravesarlas. Viendo que el equipo no cesaba en el empeño, la perseverancia decidió sumarse a la tarea.

El sentido de propósito iba delante pero fue el optimismo quien primero detectó que estaban ante una nube menos densa que las demás. ¡Si  tuviéramos algo más de ayuda conseguiríamos traspasarla!, dijo con confianza. El apoyo, siempre dispuesto a unirse a las nobles causas, acudió de inmediato. Al verlo llegar, la creatividad tuvo una inspiración y le contó al oído su idea al humor, lo que le hizo soltar una enorme carcajada.  La onda sonora consiguió abrir un hueco y unidos con fuerza en un solo haz pasaron suavemente a través de la nube.

Por supuesto, fueron dando las gracias respetuosamente a las gotitas de lluvia quienes al ver tanta amabilidad decidieron formar un gigantesco espejo donde los siete rayos pudieran brillar con todo su esplendor, reflejando un majestuoso arco de colores en el cielo.

Fue tan bello el  espectáculo que las propias nubes decidieron acabar con su tarea y dejar paso al sol, quien al llegar a aquella tierra empapada por la lluvia hizo que crecieran las plantas y los cultivos, e incluso que germinaran nuevas semillas durmientes.


Espero que les haya gustado, si quieren verlo en formato presentación pueden ir a:

¡Qué tengan una feliz navidad!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

El viaje de la resiliencia

Hace una semana me llegó un correo en que me comunicaban que había sido seleccionada para la entrevista para un puesto de investigadora en la Universidad de Londres. Tenía que presentarme a las 11 de la mañana del viernes y exponer una presentación sobre una evaluación de un proyecto educativo.  La mezcla de emociones fue muy intensa: Alegría, miedo, entusiasmo, nerviosismo, confianza... ¡¡Shock!! En menos de tres días tenía que desplazarme a 3000 km de distancia, encontrar billetes de avión, alojamiento, preparar maletas con ropa de gélido invierno, elaborar la presentación y prepararme la entrevista. Seguro que pueden imaginarse el agobio.

La posibilidad de conseguir el puesto de trabajo en la EOI, que tenía como finalidad investigar sobre el sistema educativo de un país latino americano y recomendar mejoras, valía la pena. El jueves por la noche, entre los últimos toques a la presentación y la emoción, apenas dormí. En cuanto estuve en la sala delante de los entrevistadores me relajé, sentí una buena conexión inicial. La exposición salió muy fluida y pronto mi entusiasmo por la investigación y el trabajo que he estado haciendo en estos últimos años me fueron llevando de la mano, e incluso me sorprendí a mi misma contestando preguntas muy profundas o técnicas como si las tuviera preparadas. La única pregunta que me dejó sorprendida y tardé unas fracciones de segundo en contestar fue cuando quisieron saber si podría empezar el próximo 1 de Enero. Por supuesto, les dije que sí, aunque suponía muy corto espacio de tiempo.

Salí de allí muy satisfecha por cómo había transcurrido la entrevista y estuve esperando tranquila hasta las 3, hora en la que teóricamente me daban la respuesta, pero no fue hasta las 5 que recibí la llamada. El director del Departamento empezó pidiéndome disculpas por el retraso y me dijo que el debate para decidirse sobre las dos finalistas, entre las que estaba yo, había sido muy difícil, pero que había optado por darle el puesto a la otra candidata.

No voy a decir que no me desilusioné inicialmente, pero la vida me ha dado tantas pruebas que cuando un camino no es para mí, hay otro que se abre que tampoco supuso ningún trauma. Lo importante es que lo había intentado y para mí misma el hecho de que los entrevistadores, expertos en investigación educativa de amplio prestigio y experiencia, se mostraran tan interesados en mi trabajo e investigación sobre resiliencia había supuesto un feedback muy positivo.

Ya sólo me quedaba regresar a casa al día siguiente para pasar unas navidades estupendas, con calorcito, entre mi familia y amigos. Pero a veces la vida te lo pone un poquito más difícil... De camino al aeropuerto empezó a caer una copiosa nevada y cuando llegué a Gatwick me habían cancelado el vuelo. Después de hacer una cola de 4 horas me dicen que me lo cambian para el lunes por la tarde para otra ciudad a 200 kilómetros. Me quedaban dos días y no tenía donde alojarme, Londres estaba lleno de turistas. Menos mal que al final pude quedarme en casa de la hermana de una amiga, que ahora es amiga mía también y lo pasamos muy bien.

El lunes llegué a Birmingham después de un trayecto complicado en tren y encontré que mi vuelo estaba retrasado 6 horas. Tampoco era para tanto. Al final nos embarcaron 8 horas más tarde, pero por fin estaba en aquel avión que me llevaría a casa. Pasamos 1 hora dentro del avión esperando a que vinieran a descongelarlo para salir, y después el comandante nos informa que tiene que expulsar a un pasajero que estaba en "malas condiciones" para volar... y otra hora y media para que encontraran su maleta en la bodega. Para cuando la encontraron el avión estaba de nuevo congelado y tenía que venir de nuevo la máquina. Cuando ya estaban llevando a cabo el proceso...¡empieza a nevar! Total que esperamos dentro del avión a que parara, pero un nuevo anuncio del comandante nos dice que lamentablemente cancelaban ese vuelo por el cierre del aeropuerto. ¡No me lo podía creer!

Salimos del avión y nos dijeron que teníamos que esperar en sala a que nos llamaran para recoger las maletas, pero nos quedamos allí para que nos aclararan que pasaba con el vuelo. Entretanto llamaron a unos pasajeros de otra ruta para embarcar. El aeropuerto estaba abierto y la verdadera razón por la que nos cancelaron el vuelo era porque la tripulación había acabado con el número de horas reglamentario asignado para estar en servicio. Los pasajeros protestamos enérgicamente, pero allí no había nadie más que un representante del despacho de maletas, que seguían sin traérnoslas. Ya era la media noche y tuvimos que esperar hasta las 5 para recogerlas. Cuando por fin salimos afuera tuvimos que hacer otra cola para hablar con la compañía. Cuando me toca mi turno la persona del mostrador me informa que el próximo vuelo a Gran Canaria es el 27 de Diciembre.¡¡¡Horror!!! Con muchos ruegos conseguí que me admitieran en una lista de espera para ese día en un vuelo a Tenerife Sur.

Estaba cansada, no había dormido en toda la noche, y cargando con una maleta que dificultaba moverme. Tuve que subir al piso de arriba y opté por la escalera mecánica, pero a medio camino se quedó parada y ocurrió algo que ahora sonrío al contarlo. Allí, sin poder subir la maleta a cuestas porque no me quedaban fuerzas y angustiada por la situación, me puse a llorar desconsoladamente, para asombro de quienes estaban alrededor. Un chico muy amable se ofreció a cargar mi maleta y me preguntó que me pasaba. Entre sollozos le conté la historia y él me intentaba calmar diciendo que estaba seguro que podría llegar a casa. Por fin, encontré a otro de los pasajeros compañero de fatigas y nos fuimos a desayunar. Después cuando ya estaba más tranquila apareció de repente un piloto de avión uniformado que se dirigió hacia mí, ¡era el chico que me había ayudado con la maleta! Era de otra compañía pero volaba a Tenerife esa tarde y se ofreció a llevarme en su avión sin coste alguno. ¡Qué detalle tan conmovedor!, el mundo está lleno de gente buena... de verdad lo creo.

Lo cierto es que no me hizo falta ir en su avión ya que a partir de ese momento todo pareció enderezarse. Yo y otros seis compañeros más que formamos el grupo de resilientes dispuestos a llegar a Gran Canaria y que no habíamos querido que nos devolvieran el dinero encontramos plaza para el primer vuelo de la mañana con destino a Tenerife. Cuando llegamos allí conseguimos un minibús que no hizo un precio especial que nos llevó al aeropuerto del norte. Una vez allí encontramos sitio para todos en el primer vuelo a Gran Canaria y a las 7 de la tarde, eso sí después de bastantes turbulencias, conseguimos aterrizar felizmente en nuestro destino.

Cuando encendí el móvil tenía un mensaje de una amiga que me recordaba que teníamos entradas para el concierto de Rosana esa noche, en apenas 2 horas. Estaba agotada, llevaba casi dos días sin dormir y no estaba dispuesta a tener que sumar a los percances del viaje la pena de perderme a mi cantante preferida. Así que llegué a casa, di muchos besos a mi familia, me duché (¡¡¡por fin!!!) y... me lo pasé en grande en uno de los conciertos más cálidos y entrañables, y técnicamente más logrados a los que he asistido. Para ella suponía el cierre de su etapa de conciertos en vivo antes de empezar un nuevo proyecto y lo dio todo en el escenario... ¡Qué regalo más bello para el cierre de mi etapa y el comienzo de la siguiente!

sábado, 11 de diciembre de 2010

Resiliencia y sentido del humor

El sentido del humor es uno de los factores de resiliencia más contrastados. Desde las primeras investigaciones en las que se buscaban las características que hacían que determinadas personas superaran mejor las adversidades se observó que el humor era un factor que estaba presente en la mayoría de ellas. También el humor es un elemento clave en la resiliencia comunitaria.
Sin embargo, todo lo que entendemos como humor no es humor resiliente. El sarcasmo y la ironía dirigidas a alguien para ridiculizarlo o menospreciarlo no es humor, es agresividad disfrazada. En cambio, reírse de uno mismo o encontrar la gracia o el absurdo en situaciones cotidianas desfavorables sí ayuda a superar los problemas o, al menos, a quitarles el peso excesivo.
Para explicar en pocas palabras como funciona este tipo de humor voy a usar unas viñetas de un estupendo caricaturista de la realidad J.Morgan que las publica en un periódico de las Islas Canarias, el Canarias 7 http://www.canarias7.es/archivomorgan.cfm

Una de las estrategias del humor resiliente es la típica: "al mal tiempo, buena cara". Es decir, no dejarnos influir por las condiciones externas que no podemos controlar, conservando la capacidad de encontrar el lado gracioso.

                           

Además, el sentido del humor apela a la imaginación. En realidad, lo que nos provoca la sonrisa en esta viñeta no es tanto los personajes que vemos sino el perro volando que nos imaginamos...

El humor nos ayuda también a expresar la frustración de manera no agresiva. Quienes hayan pasado por la experiencia de cambiar de compañía de teléfono, móvil o ADSL seguramente entenderán muy bien la siguiente viñeta de Morgan y además les ayudará a rebajar su frustración el hecho de que es un sufrimiento compartido por muchos.


Por último, el humor es capaz de transformar la realidad a través del ingenio y de la creatividad, exagerando los elementos absurdos o incongruencias que pueden darse en el día a día. De esa manera es posible ver la realidad desde otra perspectiva y aminorar el peso de las condiciones adversas. En conclusión, el humor es una herramienta estupenda para levantar el ánimo y fomentar la resiliencia.... ¿o no?  





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domingo, 5 de diciembre de 2010

Promoción de resiliencia y perspectiva holística

La promoción de resiliencia puede llevarse a cabo de múltiples formas. En la entrada anterior vimos como detrás de un programa de orquestas infantiles podíamos observar estrategias efectivas para la promoción de resiliencia; el desarrollo de una identidad colectiva, el sentido de propósito, la adquisición de habilidades y los elementos lúdicos y creativos presentes en todo el proceso formaban parte de esa fórmula singular que está en la base del éxito de ese programa.

Sin embargo, no siempre los programas tienen que contar con los mismos tipos de elementos para ser efectivos. Si algo he aprendido en estos años de dedicación casi exclusiva al campo de la resiliencia es que existen una inmensa variedad de caminos que pueden conducir a la resiliencia. Lo que sí es importante es adecuar los programas a las adversidades específicas que se desean superar. Es decir, los programas de resiliencia deben ser como un traje a medida; cuanto más se adapte, mejor será el resultado.

Lamentablemente en la época que vivimos, tan acostumbrada a la rapidez y a las tallas estandarizadas, existe la tendencia a buscar fórmulas sencillas y fáciles de aplicar que den resultados prácticamente inmediatos, pero las personas y los grupos requieren tener en cuenta su diversidad y, sobre todo, que se respeten los ritmos de sus procesos.  Como Emmy Werner  (2005),  reconoce  que  es  improbable  que  “se  descubra  una  varita mágica, un único programa coherente de intervención que tenga éxito todas las veces con cada joven que crece en circunstancias adversas” (p. 3)*.

Además es importante, desde mi perspectiva, ir más allá de las miradas a corto plazo que ven la resiliencia como un antídoto contra un mal específico para avanzar hacia una cultura personal y grupal de resiliencia. Hacer de la resiliencia una filosofía de vida que nos ayude a entender nuestros procesos y los de los demás, que nos asista en la toma de decisiones y nos haga conscientes de la profunda interrelación entre todas las personas y con nuestro entorno natural. En esto consiste la visión holística de resiliencia.

Con ello no quiero decir que las otras interpretaciones de la resiliencia como habilidad o capacidad que lleva las personas a superar adversidades sean incorrectas, sino que están más limitadas. Es como si tuviéramos una cámara con zoom: si usamos el zoom para ver el detalle observaremos la resiliencia como característica o habilidad, si alejamos el zoom podemos ver la resiliencia como procesos y, por último, si aplicamos el gran angular nos mostrará la propia energía de la resiliencia presente en todo y en todos.

Esta visión holística es, sin duda, más compleja, pero a mi entender se adapta mejor a la propia complejidad del ser humano y de la sociedad en que vivimos y por ello me parece la más adecuada para diseñar programas de resiliencia específicos para los distintos contextos y adversidades.

Seguiré ahondando en esta perspectiva en las próximas entradas y si quieren ir  exponiendo dudas u opiniones les animo a usar los comentarios. Muchas gracias a todas las personas que leen este blog y a las que también participan con sus comentarios.

                                                                          


*Werner,  E.  E.  (2005).  Resilience  research:  Past,  Present  and  Future  in  R. D. Peters,  B. Leadbeater  &  R.  J. McMahon  (Eds.),  Resilience  in Children,  Families,  and  Communities,  Linking  Context  to  Practice and Policy (pp.3-11). New York: Kluver Academic/Plenum.