domingo, 5 de diciembre de 2010

Promoción de resiliencia y perspectiva holística

La promoción de resiliencia puede llevarse a cabo de múltiples formas. En la entrada anterior vimos como detrás de un programa de orquestas infantiles podíamos observar estrategias efectivas para la promoción de resiliencia; el desarrollo de una identidad colectiva, el sentido de propósito, la adquisición de habilidades y los elementos lúdicos y creativos presentes en todo el proceso formaban parte de esa fórmula singular que está en la base del éxito de ese programa.

Sin embargo, no siempre los programas tienen que contar con los mismos tipos de elementos para ser efectivos. Si algo he aprendido en estos años de dedicación casi exclusiva al campo de la resiliencia es que existen una inmensa variedad de caminos que pueden conducir a la resiliencia. Lo que sí es importante es adecuar los programas a las adversidades específicas que se desean superar. Es decir, los programas de resiliencia deben ser como un traje a medida; cuanto más se adapte, mejor será el resultado.

Lamentablemente en la época que vivimos, tan acostumbrada a la rapidez y a las tallas estandarizadas, existe la tendencia a buscar fórmulas sencillas y fáciles de aplicar que den resultados prácticamente inmediatos, pero las personas y los grupos requieren tener en cuenta su diversidad y, sobre todo, que se respeten los ritmos de sus procesos.  Como Emmy Werner  (2005),  reconoce  que  es  improbable  que  “se  descubra  una  varita mágica, un único programa coherente de intervención que tenga éxito todas las veces con cada joven que crece en circunstancias adversas” (p. 3)*.

Además es importante, desde mi perspectiva, ir más allá de las miradas a corto plazo que ven la resiliencia como un antídoto contra un mal específico para avanzar hacia una cultura personal y grupal de resiliencia. Hacer de la resiliencia una filosofía de vida que nos ayude a entender nuestros procesos y los de los demás, que nos asista en la toma de decisiones y nos haga conscientes de la profunda interrelación entre todas las personas y con nuestro entorno natural. En esto consiste la visión holística de resiliencia.

Con ello no quiero decir que las otras interpretaciones de la resiliencia como habilidad o capacidad que lleva las personas a superar adversidades sean incorrectas, sino que están más limitadas. Es como si tuviéramos una cámara con zoom: si usamos el zoom para ver el detalle observaremos la resiliencia como característica o habilidad, si alejamos el zoom podemos ver la resiliencia como procesos y, por último, si aplicamos el gran angular nos mostrará la propia energía de la resiliencia presente en todo y en todos.

Esta visión holística es, sin duda, más compleja, pero a mi entender se adapta mejor a la propia complejidad del ser humano y de la sociedad en que vivimos y por ello me parece la más adecuada para diseñar programas de resiliencia específicos para los distintos contextos y adversidades.

Seguiré ahondando en esta perspectiva en las próximas entradas y si quieren ir  exponiendo dudas u opiniones les animo a usar los comentarios. Muchas gracias a todas las personas que leen este blog y a las que también participan con sus comentarios.

                                                                          


*Werner,  E.  E.  (2005).  Resilience  research:  Past,  Present  and  Future  in  R. D. Peters,  B. Leadbeater  &  R.  J. McMahon  (Eds.),  Resilience  in Children,  Families,  and  Communities,  Linking  Context  to  Practice and Policy (pp.3-11). New York: Kluver Academic/Plenum.

No hay comentarios:

Publicar un comentario