Han sido meses sin publicar entradas en este blog pero no por ello he estado alejada de este tema de la resiliencia, más bien al contrario, he estado tan inmersa en la generación de materiales, impartición de cursos y aprendizaje sobre resiliencia que era difícil encontrar el momento de sosiego y reflexión pausada que necesito para escribir.
En todo este tiempo he estado comprobando la utilidad práctica de este tema y la capacidad de poder aplicarse con éxito a los más diversos contextos. Así en los últimos meses he estado desarrollando e impartiendo una asignatura relacionada con la resiliencia en enfermería. El campo sanitario es un terreno fértil sobre el que sembrar y desarrollar las semillas de la resiliencia. El noble propósito de restaurar o contribuir a la mejora del bienestar integral de las personas es en sí mismo un objetivo resiliente y es la base sobre la que desarrollar toda la construcción de resiliencia que no sólo debe implicar a las personas enfermas, sino desde luego también al personal sanitario en su amplio conjunto así como a los propios familiares. Esa es la óptica que he aplicado en las clases para el alumnado de enfermería, trabajar desde dentro hacia fuera: entender e integrar los principios de la resiliencia en nuestra propia vida para comprender que sólo de esa manera podemos llegar a ser agentes de resiliencia para los demás.
En estas clases ha fluido la energía de aprendizaje, pero quiero dejar constancia que ha sido un proceso de aprendizaje mutuo porque yo también he aprendido muchísimo de ellas y de ellos. Hemos expuesto, y también sentido, la importancia de nutrir la energía de relación aprendiendo a comunicarnos adecuadamente, a generar la conexión empática y a resolver conflictos desde la perspectiva de la resiliencia. Y por supuesto, hemos ahondado en la importancia de la energía creativa que nos dinamiza y nos lleva a la mejora continua y nos hace autores o autoras de nuestra propia vida, diseñando nuestros propios caminos resilientes.
Realmente cada oportunidad que tengo de aplicar y explicar la resiliencia desde esta perspectiva holística es un verdadero regalo. Tal y como lo han sido los cursos realizados en junio y septiembre sobre resiliencia en la atención a víctimas de maltrato, o el taller sobre resiliencia en familias homoparentales que desarrollé en octubre. En este sentido, la experiencia de llevar a cabo esta formación dentro del ámbito académico universitario me ha resultado especialmente gratificante. En primer lugar porque considero necesario que esta materia forme parte de la formación de nuestros futuros profesionales (y en ámbitos como el de la sanidad es aún más importante) y por otro, por la calidad de vínculo que se ha generado con este primer grupo de alumnas y alumnos. No quiero dejar pasar esta oportunidad de expresar mi más profundo agradecimiento por su disposición a aprender y a compartir.
Gracias también, por supuesto, a todas las personas que participan en los talleres y en los cursos, así como a las que leen la tesis, los artículos o este mismo blog, realmente son mi mayor fuente de inspiración para seguir trabajando y creando sobre este apasionante tema.